viernes, 18 de junio de 2010

Martes, 15 de junio de 2010.


El día ha transcurrido con total normalidad. Hoy me he sentido mejor que de costumbre y he podido disfrutar del día entero. Noto una gran diferencia los días que consigo dormir mejor me encuentro más descansada y con más ánimos.

Las horas se me pasaron entre visitas y paseos por el hospital en los que aproveché para hacer fotos. Se encuentran espacios interesantes que la gente normal no suele visitar mucho, sin embargo, son parte de mi vida diaria.

La visita de mi oncóloga fue más breve que de lo habitual y con pocas novedades con respeto al día anterior. Hablamos sobre la posibilidad de que complemente con el tratamiento unas medicinas naturales a las que primero tiene que darles el visto bueno, ya que según ella, al no estar probadas científicamente desconoce por completo si me pueden afectar o no. Así que el próximo día las traeré para que compruebe si puedo tomarlas.

Afortunadamente al estar mi madre por las mañanas las horas se me pasan más rápido y sobre todo se hacen más amenas, me gusta tenerla aquí después de tanto tiempo, me siento protegida y querida. Madre solo hay una, pero como la mía ninguna. Es una bendición y un alivio tenerla de nuevo aquí, sobre todo en estos momentos tan difíciles en que la necesito más que nunca. Desde que está conmigo paso menos tiempo a solas y no estoy comiéndome el coco continuamente. Es muy importante tener una mente equilibrada y no dejar en ningún momento que la enfermedad te supere, porque cuando tocas ese punto entras en un círculo vicioso del que muchas veces es difícil escapar.

Ahora me encuentro mucho mejor, entre que por las mañanas estoy acompañada de mi madre y por las tardes llega el Flaco del trabajo. Además el Brodel no para de meterse con nosotras y la verdad que nos mantiene bastante entretenidas. Es muy gracioso ver convivir al Brodel y a mi madre.

El tratamiento ha llegado como estaba planeado. A las 9.30 en punto estaban poniéndome el Forte cortin y la bolsita de quimioterapia con una duración de sólo 15 minutos. 12 horas después un poco más de lo mismo. Así que terminé a tiempo para poder irme a la cama pronto. Después de una ducha refrescante y un masajito de pies que se ha marcado mi madre me he quedado totalmente dormida.

Lunes, 14 de junio de 2010.


La oncóloga se ha pasado más temprano que de costumbre. Durante su visita la acribillé a una serie de preguntas que venía pensando con anterioridad y otras que se me fueron ocurriendo sobre la marcha. Si estaba planeado algún PET, que me contara más novedades sobre el trasplante de médula ósea, otras acerca de algunos efectos secundarios que estaba teniendo muy intensos después de la quimioterapia, etc. A todas contestó amablemente dejándome claras algunas más que otras pues muchas dependen solo del tiempo, por eso tengo que aguardar con mayor paciencia.

La analítica afortunadamente salió muy bien. La hemoglobina aún estando un poco baja en 9 no requiere de trasfusión y las plaquetas están en 130.000, así que el tratamiento se podrá dar si ningún tipo de inconveniente.

Hablamos durante un largo rato ya que me notó un poco impaciente con respecto al trasplante de médula. No quiere que me precipite por llegar a él y ni siquiera que piense que es la única solución, pues los tratamientos de quimioterapia que me están dando se ponen con la intención de dejarme limpia al cien por cien y siempre existe una posibilidad de que la enfermedad desaparezca sin necesidad de otro tratamiento. Así que de momento no hará falta que mi madre se haga las pruebas de compatibilidad de médula ósea, pues están todavía por delante otra serie de pruebas como un PET que me harán después de este ciclo de quimioterapia para comprobar que está funcionando el nuevo tratamiento. He perdido después de mucho tiempo la regla, algo normal según la oncóloga debido a que el tratamiento aniquila las células que se renuevan más rápidamente, entre ellas las del ovario.

El próximo ciclo de quimioterapia está planificado para dentro de dos semanas, así que tendré otro descanso más para recuperar fuerzas y darle caña a los bichos. Al ver el aspecto que tenía mi cuello aumentan las posibilidades de que haya una buena respuesta al tratamiento, por lo que hay esperanzas de que el PET arroje buenos resultados. Pongamos toda nuestra fe en que así sea y que todo vaya a mejor.

Hoy en cambio, el tratamiento ha llegado más tarde que de costumbre. Sobre las 16.30 de la tarde a penas empezaban a ponerme la pre medicación hasta casi las 23.00 de la noche que me colocaron el último fármaco para proteger el riñón. Se ha retrasado tanto que una agobiada enfermera ha tenido que colocar seis quimioterapias a la vez, se dice fácil, pero entre que una máquina pita, la otra que tiene que cambiar la bolsita y que todas se paran a la vez, no da abasto. Sin duda es un trabajo muy sacrificado.

Aún así el día se me pasó volando entre chachara y chachara con mi madre. Por la tarde el Flaco se unió a la plática y estuvimos así hasta las 22.00 que se marchó de vuelta a Valdemorillo. Incluso durante su visita dio tiempo para una siesta colectiva que nos vino muy bien a todos.

Puedo decir que he superado un día más de quimioterapia con buen ánimo y que siga así por mucho tiempo, aunque si he sentido algunos calambres en las muñecas debido al tratamiento, no son lo suficientemente intensos para quitarme el sueño.

A diferencia de otras ocasiones, los pasillos han estado muy tranquilos, con el habitual ajetreo diario de enfermeras yendo y viniendo, pero lo importante es que aparentemente durante la noche todos han podido dormir bien.

El único inconveniente es que la cañería no absorbe bien el agua y el baño despide un olor fétido capaz de afectar a cualquiera de los mortales.

Ahora un lorazepam y a descansar que mañana queda mucho día por delante.

Domingo, 13 de junio de 2010.


A las 17.00 de la tarde nos dábamos la última ducha caliente el Flaco y yo entre risas y nuesrtos cuerpos desnudos empapados en jabón. Poco tiempo más tarde pusimos rumbo a Puerta de Hierro junto con mi madre cargados del ya bien conocido “kit de supervivencia”. Al llegar al hospital le indico a mi madre que espere sentada mientras saco el número para ser llamada cual pollería en la ventanilla de ingresos. Una pantalla sin números advierte que el sistema no funciona correctamente, así que me acerco al mostrador para preguntar por mi turno. Una amable señora me dice que espere a ser llamada mientras atiende al teléfono. Un grupo de gente aguarda impaciente en la sala a que les asignen sus respectivas habitaciones. A mi lado un anciano recoge del suelo una polilla muerta y la observa con incredulidad. La que parece ser su nieta le reprende obligándole a soltarla. El abuelo aún con la polilla en la mano comenta el gran tamaño del bicho.

Esperamos un rato más hasta que al fin me llaman para colocarme la pulsera. En ese momento llega el Flaco de recoger unos papeles que habíamos olvidado en el antiguo piso de Las Rozas.

A las 19.00 una chica joven con una lista en la mano empieza a llamarnos, al decir mi nombre hace un gesto extrañada, algo que suele ocurrirme habitualmente. Al igual que un rebaño nos movemos todos los familiares y pacientes en masa siguiendo a la chica. En seguida, nos detenemos ante la puerta de la cafetería donde comienza a despacharnos. Afortunadamente, soy la tercera en la lista y no tenemos que esperar demasiado para ir a la habitación. Subimos en el ascensor hasta la primera planta. La chica nos lleva hacia el control de enfermería donde comienzo a reconocer los rostros de las auxiliares y enfermeras de siempre. Ángel, mi tocayo el enfermero me hace subir a la báscula para ver mi peso. Algo menos sorprendida descubro que he subido dos kilos. Rápidamente, la vanidad y el orgullo me apartan del aparato maldito y Ángel se precipita a decirme que necesitan saber mi peso para ajustarlo al tratamiento. En definitiva la operación biquini no es mi prioridad en estos momentos.

En seguida, nos vamos todos a la habitación 115 en donde pasaré con mi madre los próximos 4 días de tratamiento. Esta vez descubro que hay una puerta más. Ángel nos explica que es una puerta de aislamiento, pero que como otras muchas cosas en el hospital, no funciona, por el contrario, tiene sus desventajas, no se puede controlar ni el aire acondicionado ni la calefacción. Después de enumerarle la lista memorizada de medicamentos que debo tomar todos los días, sale de la habitación para más tarde volver a hacerme la analítica y colocarme la aguja en el port a cath. Me coloca la chincheta en el pecho tan sutilmente que apenas me da tiempo a decir ¡auch! Es sin duda uno de mis enfermeros preferidos. Tras un pequeño repaso de reconocimiento a la habitación, el Flaco le da unos cuantos consejos a mi madre del sofá cama y de algunas preguntas que hay que hacerle a la oncóloga. Es la primera vez que no pasa una noche conmigo en el hospital y no lo lleva bien del todo, yo también lo voy a extrañar. Ambos salen al control de enfermería a pedir unas sábanas. Hacen falta hasta tres intentos para que finalmente nos las entreguen. Charlamos los tres durante un largo rato hasta que dan las 22.00 de la noche. Tras un largo masaje de pies de mi madre sucumbo a los brazos de Morfeo, pero las ganas de hacer pis me hacen levantan horas más tarde. Doy varias vueltas en la cama hasta que por fin consigo conciliar el sueño. No he descansado muy bien.

Ser una enferma de cáncer no te hace ni más fuerte ni especial ni más guapa ni más fea ni más lista ni peor persona ni más valiente ni más introvertida ni más débil ni más huraña ni más sensible ni más simpática. Estar enfermo de cáncer simplemente te aporta una visión nueva del mundo, de cómo enfrentarte a él desde una perspectiva diferente, más vital y sincera por así decirlo, en el que cada día, cada hora y cada segundo son auténticos regalos que debes aprovechar como lo más preciado. El cáncer es presente, es ahora, el ciclo de cada día, el avance de hoy y no de mañana, porque lo que vendrá después sólo depende de cómo te esfuerces hoy. Tener paciencia y confiar en tu cuerpo, tu mente y tu espíritu, concentrar esas tres energías en un solo objetivo, salir adelante un día más de vida.

sábado, 12 de junio de 2010

Sábado, 12 de junio e 2010.


Empieza la cuenta atrás para ingresar de nuevo al hospital. Los nervios ya han comenzado a hacer estragos y ayer tuve que tomar un lorazepan para poder pegar ojo. De repente los viejos fantasmas volvieron a mi cabeza cuando a las 7.00 de la mañana unos fuertes dolores aparecieron en mis piernas. Sentir de nuevo esa sensación me paralizó durante un largo tiempo. Mientras, el cansancio no me permitía levantarme a buscar algo para remediarlo. El Flaco en seguida se despertó y fue directo a la cocina por un paracetamol. Encendió la luz de la habitación y tras tomar la pastilla me apoyé sobre su tripa hasta quedarme dormida. Al despertar aún sentía dolores en las articulaciones.

Era un dolor muy desagradable, pero sobre todo me preocupaba el hecho de que pudiera ir a más. Eso supondría volver antes de tiempo al hospital, más medicación y en un caso excepcional si no funcionase ningún fármaco más morfina. Afortunadamente, ha bastado con paracetamol para aliviarlos.

Estas dos últimas semanas han sido de auténtico reposo en casa de Brodel. Hemos pasado todos los días en casa mi madre y yo. Ayer salimos a hacer unas compras cuando de repente comencé a encontrarme mal. Cualquier pequeño esfuerzo me fatiga, así que de momento seguiré con la rutina de siempre desayuno, comida, siesta y algún pequeño paseo.

Hoy estamos de preparativos para celebrar el cumpleaños del Flaco. Haremos una pequeña cena con los amigos más cercanos.

Esperemos que este cuarto ciclo no me deje hecha polvo porque no para de darme vueltas la cabeza pensando en ello. Confiemos en que todo irá bien, siempre positivo nunca negativo.

martes, 8 de junio de 2010

Martes, 8 de junio de 2010.


¡Muchísimas felicidades Flaco! A pesar de haber estado ausente durante estos últimos días ha sido porque mi madre ha llegado a Madrid y casi no he tenido tiempo para contaros todos los por menores de mi evolución. Además, hoy tenía que hacer una excepción. El Flaco cumple 28 primaveras y como no podía ser menos había que hacerle una mención especial por este medio. Se merece eso y más después lo que ha hecho por mí todo este tiempo.

Esta semana ha transcurrido con tanta tranquilidad que podría asegurar que me encuentro con más fuerzas que nunca para enfrentarme al cuarto ciclo de quimioterapia. Cómo se notan en seguida los cuidados de las madres, su amor y el empeño que ponen en darte siempre lo mejor.

Como la alimentación es fundamental para la recuperación en estos tipos de casos, mi madre me ha hecho seguir una dieta libre de harinas, azúcares refinadas y lácteos, ahora únicamente estoy tomando productos naturales para fortalecer el organismo y poder limpiar el cuerpo de la toxicidad que supone el tratamiento.

A simple vista, gracias a los corticoides y a pesar de sus múltiples inconvenientes (los cambios de humor, el insomnio, la ansiedad, etc.) el huevo del cuello ha vuelto a desinflamarse y la tos ha desaparecido por completo. Además mi estado anímico ha mejorado muchísimo estos últimos días. No me canso tan rápidamente y puedo realizar muchas más actividades durante el día. Supongo que también influye el hecho de que ahora está mi madre acompañándome mientras el Flaco está en el trabajo, así que tengo que realizar aún muchos menos esfuerzos que antes.

El sábado celebraremos el cumpleaños del Flaco con una barbacoa y estrenaremos oficialmente la piscina del Brodel. Será también un debut y una despedida porque el 13 de junio me vuelven a ingresar aproximadamente unos 5 días para darme el tratamiento. En esta ocasión seguirán poniéndome el mismo tratamiento que la última vez ya que hasta que no me hagan las respectivas pruebas no sabrán, a ciencia cierta, si está dando resultados.

Durante las mañanas sigo tomando mis respectivo cóctel Septrin Forte, Alopurinol, Omeprazol, Paracetamol, Fluconazol, con la novedad de que ahora en lugar de ser 2mg de Fortecortín (corticoides) tomo una dosis en ampollas de 40mg. Una dosis muy alta para reducir el tiempo de ingesta. Es decir, he tenido que tomarla únicamente durante 4 días. He notado un gran cambio desde que he vuelto con los corticoides. No cabe duda de que a pesar de sus efectos secundarios, ayudan bastante a desinflamar los gángleos y demás amiguitos que se resisten a desaparecer de mi sistema linfático.

Aún así, últimamente he estado teniendo mucha urticaria, no sé a qué se pueda deber, pero me he dejado los pies llenos de costras de tanto rascarme. Sobre todo las zonas que más me pican son las manos, los pies y en ocasiones las articulaciones. Quizá pueda deberse a alguna reacción de un fármaco, desde luego es muy molesto. Lo único que he podido comprobar es que muy mal no debo andar de plaquetas porque estoy cicatrizando mejor que nunca. Esperemos que la analítica del próximo lunes termine por confirmarlo y pueda enfrentarme a otro ciclo con 100.000 plaquetas y no al límite como la última vez con 76.000.

No es que sea un nuevo descubrimiento, pero el cáncer es el pan de cada día. Lo vemos todos los días en los medios de comunicación, lo escuchamos de boca de nuestros propios familiares y simplemente lo sufrimos en nuestras propias carnes. El otro día, en unas de las semanas que me habían dado de recuperación entre un tratamiento y otro, decidí pegarme un maratón de películas. Los dramas estaban descartados desde un principio de la lista por obvias razones, aunque a veces si he visto una que otra sólo por masoquismo puro y duro. Lo curioso de todo esto es que de las tres películas que elegí todas mencionaban el cáncer de una forma indirecta “La playa”, “Trainspotting” y “Planet Terror”. Me pareció una anécdota curiosa y simplemente quería compartirla con vosotros, ya que lo normal no es que se haga mención de la enfermedad en este tipo de géneros cinematográficos. Eso me lleva a pensar que el cáncer está en boca de todos y que a día de hoy es un problema latente en la sociedad, que deberíamos dejarnos de tanto buscar agua en Marte e invertir más fondos en investigación para encontrar una cura de una vez por todas. Porque hoy he sido yo, mañana puede ser un amigo o un familiar.

Miedo, es una palabra que no consigues hacer desparecer de tu vocabulario diario y esto en ningún caso significa que hayas tirado la toalla. Antes de que mi madre decidiera cruzar el charco en un llamado de auxilio desesperado por mi parte, ya nos habíamos planteado mi familia, el Flaco y yo ir 15 días de visita a Cancún. Cualquiera podría suponer que se trata de una decisión sencilla, pero no es así. Reconozco que soy una persona muy aprensiva y en una situación como la mía las cosas se complican aún más. Claro que ardo de deseo de estar en mi casa, de volver a mi entorno natural, de estar junto a toda mi familia llenándome de fuerza y seguridad, pero también pienso en las 10 horas de vuelo, las largas esperas en el aeropuerto, la distancia física con respecto a mis oncólogos y sobre todo en ese molesto cordón umbilical que me sigue atando al hospital desde el primer día. Esa relación amor odio de la que no consigo desprenderme. Desgraciadamente, es un obstáculo que me impide dar el paso siguiente. No es nada fácil y hay que vivirlo para poder comprenderlo. A veces me gustaría ser más valiente en ese sentido, seguramente durante el viaje no me hubiera pasado nada. Pero siempre está esa sombra en mi cabeza cabeza del “y sí me pasa algo”, “y si tuviera que volver de urgencia en un vuelo de 10 largas horas”. No es que me ponga en lo peor de los casos, simplemente es difícil desprenderse de esos miedos que hacen estragos con tu estabilidad física y emocional. Qué más quisiera yo que estar con mi familia entera, pero esta enfermedad es así de traicionera y muchas veces nos juega malas pasadas. El Miedo a dejar de existir, miedo a no poder tener hijos, miedo a lo que pueda pasar mañana, miedo a los resultados de las pruebas, miedo al posible rechazo de médula, miedo a tirar la toalla. El miedo es sin duda el enemigo a combatir y por mucho que no quieras pensar en él, está ahí. En esa infinita lucha es donde se decide todo ¿quieres seguir viviendo con miedo? ¿o, por el contrario quieres seguir adelante y vivir un nuevo día?

Yo elijo la vida.