lunes, 28 de junio de 2010

Lunes, 28 de junio de 2010.

Una y van tres. Por enésima vez hemos tenido que volver a Urgencias, en esta ocasión, por una infección en el tracto urinario que me ha dejado en vilo durante toda la noche. A las 6.30 de la mañana después de una constante agonía intentando orinar en el baño con mucho escozor, el Flaco decidió llevarme al hospital para acabar de una vez por todas con el dolor. Las molestias empezaron desde ayer por la tarde y me había quedado sin antibióticos para curar la infección. El dolor no hizo más que ir en aumento y por la madrugada me levantaba cada cinco minutos a mear. Entre lágrimas de camino al hospital tenía que presionarme con la mano la entrepierna para evitar que me siguiera doliendo.

A las 7.05 entramos a una sala donde el enfermero clasifica a los pacientes que acuden a Urgencias asignándoles un turno según la gravedad de los síntomas que tengan. Afortunadamente, gracias al don de gentes del Flaco le permitieron acompañarme una hora después de haber entrado en la sala de espera. Como ya viene siendo costumbre, Urgencias es de los servicios del hospital que nunca hace honor a su nombre.

Nada más entrar a la sala de espera me encuentro con un enfermo acompañado de su mujer vomitando en un cuenco de cartón, parecía que de un momento a otro se le iban a ir las tripas por la boca. Al fondo otro paciente con gastritis hacía lo propio en una bolsa verde de plástico. A todo esto hay que sumarle tres enfermos en camillas, entre ellas una señora que no paraba de pedir que le quitaran la faja y que tenía hipo, un señor con una bombona de oxígeno y el resto de pacientes o mejor dicho impacientes, sentados en una sillas incómodas esperando a ser atendidos. Todos intentando aguantar el tipo y controlar los dolores que no son pocos y que a su vez se van agravando con cada segundo transcurrido. La falta de educación de muchos de los celadores no ayudaba demasiado, incluso crearon un ambiente hostil entre los que estábamos allí presentes.

Tras un largo rato de espera, sobre las 10.30 me pasaron a consulta en donde me tomaron muestras de sangre del port a cath para hacerme una analítica, además del respectivo análisis de orina. Poco tiempo más tarde me colocaron el primer calmante (nolotil) y una bolsa de suero, que me ayudó en parte con los dolores, aunque seguía sintiendo el escozor. Así estuve enchufada hasta las 14.00 que los médicos me atendieron de nuevo.

Lo positivo de todo esto es que la analítica salió bien, las defensas están a tope y estaré en mejores condiciones para recibir el quinto ciclo de quimioterapia.

Finalmente, terminaron por confirmarnos lo que ya sabíamos de antemano, que se trababa de una infección en el tracto urinario. Me aconsejaron que por mis antecedentes con el Linfoma lo más conveniente era darme el antibiótico por vía intravenosa y, posteriormente, tenerme 12 horas en Observación. Sencillamente, accedí a firmar el alta voluntaria, y evitar a como dé lugar pasar más tiempo en el hospital. No fue una decisión fácil de tomar, pero me guié en parte por los buenos resultados de la analítica, por la experiencia que había tenido de otras veces con el mismo problema y porque no había tenido fiebre durante todo este tiempo, lo cual es muy buen síntoma a pesar de todo. Los doctores me dejaron marcharme bajo mi responsabilidad, pero si os digo la verdad necesito esta semana de reposo total antes de volver a ser ingresada de nuevo otra semana.

Pero las anécdotas graciosas que siempre nos acompañan al Flaco y a mí no hicieron más que empezar cuando salimos de vuelta a Valdemorillo. En principio, el Flaco tenía que incorporarse al trabajo a las 14.00, pero hasta las 15.00 terminaron de ponerme el antibiótico. Así que sin dudarlo dos veces pidió cita con su médico de familia para que en una interpretación magistral de un cólico nefrítico digno de Almodóvar, le dieran la baja de ese día y poder así justificar su ausencia.

Allí estábamos los dos ilusos en la sala de espera del ambulatorio ultimando los detalles de nuestro maquiavélico plan. Todo iba de maravilla hasta que la doctora tomó la decisión de darle dos pinchazos en el culo, uno en cada nalga. En seguida nos miramos con rostros incrédulos y en un intento desesperado de evitarlo, se nos ocurrió insistir en que se había tomado a la hora de la comida el último calmante. “Con lo que me gustan los pinchazos” fue lo último que le dio tiempo a decir cuando la enfermera con el poco tacto que le caracterizaba le bajó los pantalones y con un movimiento seco y brusco le clavó la primera inyección de nolotil estando aún de pie. A los pocos segundos ya le estaba poniendo con una velocidad pasmosa el pinchazo de buscapina, que le dejó el culo y la pierna adormecida.

Finalmente, salió con el culo dolorido y con un colocón que hasta le costaba hablar en condiciones. Sin duda, esta ha sido otra prueba más de los sacrificios a los que está dispuesto a someterse para poder acompañarme en mis idas y venidas al hospital.

El saldo del día de hoy nos ha dejado a uno con el culo como un mandril y dificultades para hablar y a mí ya más recuperada de los dolores para orinar, pero con un sueño de los mil demonios.

De los efectos de la buscapina en un cuerpo sano es un tema del que puede hablarnos el Flaco con pleno conocimiento de causa, a continuación enumeraremos una serie de ellos: "Margarito" se empalma y desemepalma a su voluntad, olvida enseguida lo que está pensando, es incapaz de recordar lo que quiere decir, el mundo se vuelve más dulce y los colores más difusos, en pocas palabras, se pegó un gran colocón.

Otra buena noticia es que el dolor que tenía en la costilla derecha ha desaparecido. Un problema menos que nos quitamos de encima.

Hasta el próximo pinchazo.

jueves, 24 de junio de 2010

Jueves, 24 de junio de 2010.


Misión “Vincristina” cumplida, aunque la odisea comenzó ayer a las 2 de madrugada, después de que un dolor debajo de la costilla derecha nos despertara al Flaco y a mí. Según el oncólogo que hoy me ha estado explorando, en principio, puede ser un aire, pero hay que esperar a que evolucione. Es un dolor terrible y tan desagradable como un estornudo durante el coito. No puedo siquiera dormir tumbada sobre ese costado ni respirar profundamente o reírme porque veo las estrellas. Toda la vida había creído que la risa era el mejor remedio para los males y sigo pensando que es así, pero ayer estuve casi media hora carcajeándome de las famosas “vuvuzuelas”, como llaman los sudafricanos a las trompetas, y justo en la madrugada me empezó el dolor. No puedo reírme porque en seguida siento el dolor en la costilla. Menuda noche de San Juan he pasado. Encima tocaba levantarse a las 7 de la mañana para estar a tiempo en el hospital. Y cuando llegamos ¡sorpresa! a hacer cola como en las tortillerías porque aún no había abierto el Hospital de día.

Cinco horas hicimos para 10 minutos de tratamiento que se pasaron entre la fila para hacer la analítica, la espera para entrar a consulta a validarme el tratamiento, en que suba el medicamento de farmacia y, finalmente, que me lo pusieran. De ellas, estuve sólo 5 minutos con el oncólogo que se resumieron en: “Tienes las defensas bajas, el fármaco no afecta a éstas así que te daremos el tratamiento como estaba planeado”. Después me palpó la tripa y el cuello, me preguntó si estaba un poco estreñida y que, en principio, no veía nada sospechoso. Esperemos que sea así porque la última vez que me dijeron algo parecido terminé en Urgencias con un tumor nuevo en el cuello que supuestamente era un hematoma. Está claro que los oncólogos son humanos y como tales se equivocan, así que no queda más remedio que confiar y esperar a que se cumpla.

El cáncer es una enfermedad silenciosa y muchas veces pasa desapercibida ante nuestros ojos. Al menos eso es lo que pude comprobar hoy mientras hacía la fila para la analítica. Resultaba muy complicado distinguir entre quiénes eran los enfermos y quiénes los acompañantes, salvo por las que llevamos el pañuelo. Más de una vez me equivoqué haciendo las distinciones por el aspecto tan saludable que tenían algunos de los enfermos, pero sobre todo, por su edad. No sé por qué me sigue sorprendiendo que cada haya más gente joven enferma y como dirían “Los Rodríguez” brindaría hasta la cirrosis por la vacuna del cáncer.

Hace mucho que no recordaba mis sueños, casualmente, hoy lo hice. Soñé que tenía el pelo muy largo y pasaba horas y horas mirándome en el espejo. Llevaba la raya en medio y la melena casi hasta la cintura. Me desperté muy cabreada, pero no por el sueño, al fin y al cabo no deja de ser eso, un sueño, sino porque tenía que estar en ayunas y me acordé justo después de haberme puesto todo el desayuno en la mesa. No me quedó más remedio que guardarlo todo y aguantarme.

El lunes por la mañana mientras me miraba en el espejo después de haber pasado una mala noche, una pregunta asaltó repentinamente mi cabeza ¿si alguien me concediera tres deseos cuáles serían estos? Los tengo tan claros que no me ha haría falta tomar más de tres segundos en decidirlos: salud, el resto me sobran. Brindamos por ella en los cumpleaños y la deseamos siempre que está ausente, sin embargo, no la valoramos cuando está presente. No es un don que un ser divino nos ha dado, no se puede comprar ni medir ni prestar ni robar ni regalar, no sabe de razas, sexo, edad, simple y llanamente se tiene o no se tiene. Seguramente, más de uno se acordó de ella en más de una uva en Nochevieja, al menos en mi caso.

Mañana toca hacerse el PET ¡Mucha mierda! Como suelen decir en España para desear buena suerte.

domingo, 20 de junio de 2010

Viernes, 18 de junio de 2010.


Ya no quedada nada para que me den el alta. En unas pocas horas podré estar disfrutando de mi libertad condicional. Aprovecharé los días al máximo antes de que me vuelvan a encerrar otros 5 días más.

11.30am

Me encantan las sorpresas. Acabo de ver a mis oncólogas y me han dicho que ya se ha terminado el tratamiento, es decir, ayer me pusieron la última dosis, así que he pasado una noche de más en el hospital por la cara. Al parecer ha habido un cambio de planes, el 24 de junio tendré que volver al Hospital de día a recibir una pequeña dosis de vincristina, al día siguiente me harán el PET y, finalmente, el 4 de julio tendría que ingresar nuevamente para el quinto ciclo de quimioterapia.

Del Flor Essences sigue teniendo sus dudas y me lo ha desaconsejado, aunque puedo tomarlo bajo mi propia responsabilidad. Cambios y más cambios, son el pan de cada día. Aunque esta vez han venido bien, al menos así tengo un poco más de margen para despejarme de tanto tratamiento, hospitales, ingresos y demás.

Hasta pronto.

sábado, 19 de junio de 2010

Jueves, 17 de junio de 2010.


Hoy se ha vuelto a retrasar el tratamiento. Esta vez sólo una hora, esperemos que no se vaya acumulando y el viernes termine saliendo más tarde de lo acordado. Tengo muchas ganas de estar de nuevo fuera, de volver a probar comida decente, de dormir la siesta sin que un séquito entre y salga de la habitación, de poder disfrutar de un paseo por el campo con mi madre, de ver una película sin ser interrumpidas hasta cien veces.

11.04

Han terminado de ponerme el tratamiento que correspondía al día de ayer. A las 21.30 me darán el de hoy y mañana finalmente el último para poder irme a casita.

11.55

Acaba de pasarse mi oncóloga junto con dos jóvenes residentes más, un chico y una chica. Hemos estado hablando acerca de los suplementos alimenticios que tenía pensando tomar para completar el tratamiento y, en principio, le ha dado el visto bueno a dos de ellos, la lecitina de soya y la uña de gato. Ha tenido dudas acerca del Flor Essence debido a que mucho de los extractos que contiene no ofrecen mucha información para determinar si puede interactuar de una forma negativa o no con el tratamiento. El suplemento en cuestión consta de unos extractos naturales que sirven para subir las defensas. Esperemos que mañana traiga buenas noticias y pueda tomarlas sin problemas, una ayuda extra nunca viene mal.

Minutos antes de que entraran los oncólogos vino un enfermero al cual aprecio mucho para recordarme que el 25 de junio a primera hora de la mañana me volverán a realizar el PET. Me deseó suerte y con una cara amable insistió en que no me preocupase que llamaría para recordarme la cita.

Finalmente, el próximo ciclo de quimioterapia me lo darán el 28 de junio. Desconozco por qué en esta ocasión han dejado de margen entre un ciclo y otro tan sólo 10 días. Mañana se lo consultaré a la oncóloga para tener las cosas un poco más claras.

Ayer el día transcurrió con mucha normalidad, sólo sentí nauseas cuando me estaban poniendo el Forte Cortin, pero enseguida se pasaron.

Qué bien finalizar el día con un resultado México 2 – Francia 0, lo mejor es que nadie se lo esperaba y a todos los mexicanos nos ha dejado con un buen sabor de boca.

viernes, 18 de junio de 2010

Miércoles, 16 de junio de 2010.


Los días están siendo bastante tranquilos en líneas generales. Desperté con molestias en el estómago y la noche anterior no pude dormir muy bien porque me entró un poco de taquicardia que a la mañana siguiente se pasó.

Según van acumulándose los días de tratamiento el cuerpo va resintiéndose cada vez más y comienzan a aparecer algunos efectos leves que intentan controlar con la medicación para las náuseas y los dolores.

Durante la ronda la oncóloga aportó poca información en relación a otros días, salvo que el tratamiento lleva un día de retraso y por tanto tendré que esperar hasta el viernes al mediodía para poder marcharme a casa. Muy a mi pesar me perderé el partido México-Francia porque no lo televisan en España.

Por la tarde, llegó el Flaco y estuvimos los tres viendo el partido de la selección española contra Suiza que trajo muchas sorpresas, pero de eso prefiero no hablar para no herir sensibilidades.

De los cocineros del hospital habría que hacer un apartado especial de unos 40 folios de extensión. Sé que preparan la comida con toda su buena intención pero estoy segura que con un mínimo de esfuerzo se puede lograr un puré de calabacín que no sepa a patatas, un consomé que no sólo sea agua de color amarillo o unas acelgas que no se te hagan una bola en la garganta. Si a eso le sumamos que mi dieta se reduce a lo ovovegatariano ya no os quiero ni contar lo que he tenido que engullirme cuando me entra el hambre y el Flaco no llega a tiempo para rescatarnos con algo de comida decente de fuera.

A pesar de todo, no tengo más quejas a este hospital en el cual siempre me han tratado con mucho respeto y profesionalidad, salvo por uno que otro error administrativo y algún retraso importante en las tomas de decisiones en relación a mi salud.

Por la noche una ducha caliente y más tarde un masajito de pies de mi madre, esos que tanto me gustan y que me dejan frita con ayuda de un lorazepam.

Ha sido una noche buena, he conseguido dormir hasta las 8.30, un gran logro si tenemos en cuenta que los últimos días me estaba despertando sobre las 6.30 de la mañana.

Afortunadamente, antes de irnos a acostar mi padre llamó desde Cancún, primero, para preguntar cómo me encontraba y luego para contarnos una gran noticia, han ascendido a mi hermana de puesto y ahora recibirá un sueldo más alto y un apartamento para ella sola. ¡Enhorabuena Yus! Te mereces eso y más.

Qué alegría da terminar el día con buenas noticias.