martes, 1 de junio de 2010

Martes, 1 de junio de 2010.


He estado ausente unos días. Después del tratamiento no me encontraba con fuerzas para hacer nada. Este último ciclo de quimioterapia me ha dejado bastante tocada. A pesar de los escasos 15 minutos diarios de tratamiento, el cuerpo ya viene arrastrado desde hace más de un año quimioterapia tras quimioterapia.

El sábado me dieron al fin el alta, aunque la oncóloga me aconsejó que en caso de encontrarme mal me quedase por lo menos hasta el lunes. Era evidente que me iría cuanto antes. Así que me prepararon el informe del alta desde el viernes para que pudiera marcharme una vez terminado el tratamiento. En el informe me contaron un poco más de lo mismo, enfermedad por aquí, enfermedad por allá, nuevos gángleos que han aparecido en la tráquea, en el pulmón derecho, en el cuello, en la supraclavícula y otro sospechoso que patológicamente aún no se puede clasificar en el riñón. Con estas noticias me marché a casa tras cumplir cuatro días de ingreso en el hospital.

Cuando dicen que las cosas pueden ir aún peor no se equivocan. Aunque, casualmente esta vez, no tiene que ver conmigo, que ya bastante tengo con lo mío.

A las 7.00 de la mañana el Flaco se despertó con un dolor muy intenso en la espalda, y en un principio, pensó que se trataba de alguna mala postura que había adoptado durante el sueño. En seguida, el dolor se volvió insoportable. Se acercó sigilosamente a la cama donde me encontraba durmiendo y con una voz apenas perceptible cargada de dolor susurró: “Me voy a urgencias”. En ese instante, mis ojos se abrieron de par en par y no pude volver a pegar ojo. El Flaco no es de las personas que suele quejarse por cualquier dolor, a menos que realmente le ocurra algo importante. Lo vi salir encorvado de la habitación mientras andaba con dificultad. El camino desde la habitación hasta Urgencias se le figuró eterno. Mientras tanto, yo seguía sin poder hacer nada desde mi cama. Pero en ese instante apareció mi amiga Loli. En cuanto le conté que El Flaco estaba en Urgencias con muchos dolores, ya estaba llamando a una amiga suya que trabaja allí para colar a mi cuñado El Brodel, como cariñosamente le llamo, para hacerle compañía. En Urgencias hay un horario de visitas y a no ser que consigas un permiso especial, no puedes entrar acompañado.

Tras un esfuerzo sobrehumano en el que intentaba controlar el dolor con la respiración, por fin atendieron al Flaco. Le dijeron algo que, en un principio, sospechaba, que se trataba de un cólico nefrítico. Le pusieron una inyección de buscapina que alivio su dolor momentáneamente y en cuanto los efectos se pasaron tuvieron que colocarle una vía para pasarle un calmante. Estuvo así durante una hora, aunque el dolor nunca terminó de desaparecer del todo hasta pasados unos días. Las enfermeras le dieron la enhorabuena por ser tan fuerte y tan guapo (tenía que decirlo), pues los que han sufrido un cólico nefrítico comentan que es casi peor que un parto.

A la 13.00 hrs estaba de vuelta en la habitación haciéndome compañía. Menudo par estamos hechos. Ahora teníamos que cuidar el uno del otro. Pero cuando le vi entrar en la habitación me sentí aliviada. Afortunadamente, las cosas no habían ido a más y sólo tendría que estar bebiendo abundante agua e ibuprofeno durante unos días por recomendación del médico.

Las cosas que trae el calor. Ahora mientras estoy escribiendo un ejército de moscas revolotean en el salón a la vez que escucho el goteo constante de la cisterna del wáter. El Flaco está en la habitación de al lado tocando la guitarra tras haberme puesto la segunda dosis correspondiente de Neupogen.

Siempre he creído que existen dos tipos de drogas: las que sirven para curar y las demás. Hoy después de haber hecho la compra y sufrir un calor infernal propio de estas fechas, comencé a sentirme fatigada. En el trayecto de camino a casa sólo pensaba en mi paracetamol, mi primperan y demás drogas. Es imposible desengancharse cuando estás aún enferma. Con esto no estoy intentando de ninguna manera hacer apología de las drogas, sino todo lo contrario. No consigo comprender cómo la gente necesita de las drogas para divertirse, para decirle a alguien un “te quiero” o simplemente para pasar el rato.

Los pajaritos siguen cantando. La vida continúa fuera de esta habitación y así seguirá hasta que sigan quedando fuerzas para luchar.

Hasta otro día. Buena vibra a todos.

1 comentario:

  1. Pobre Flaco, eso es súper doloroso. Espero que ya esté bien. Mándale un besito de mi parte.

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