viernes, 6 de agosto de 2010

Sábado, 07 de agosto de 2010.


Nunca jamás me hubiera imaginado la importancia que tendrían las transfusiones de sangre en mi vida, por eso no me canso de agradecer a todos aquellos donantes anónimos que hacen el gran esfuerzo de acercarse a donde haga falta para ofrecer un poco del tan preciado líquido rojo. Medio litro de sangre y me encuentro un tanto más recuperada, aunque no como la última vez que sólo me trasfundieron y me dejaron marchar a casa hasta que remontaran las plaquetas y las defensas. Sin duda, la diferencia es abismal, respiro con menor dificultad y cada vez voy cogiendo más fuerza, aunque la quimioterapia no me ha permitido estar al cien por cien, este último ciclo está siendo bastante más duro que los anteriores. Son ya tres meses desde que llevo este ritmo imparable y la toxicidad comienza a hacer mella en un cuerpo acostumbrado a levantarse.

Con este cuarto ciclo he notado grandes cambios con respecto a los anteriores y han minado en ocasiones mis fuerzas, además de los estragos psicológicos de los corticoides que no me han permitido estar estable emocionalmente durante un largo periodo. He estado continuamente experimentando fuertes depresiones que no hacen más que atraer pensamientos negativos a mi mente. Y ni hablar de la hinchazón de la cara y el pecho, evidentemente son un mal menor, pero verte deforme es un tanto desagradable, la gente no puede evitar mirarte y nunca he sentido complejos, pero a veces resultan incómodas las miradas. Has de acostumbrarte a ello y creo que no lo llevo mal, pero a veces es molesto, pues sabes que no eres así, que son los efectos de los corticoides, pero no te vas a poner a explicarle a todo el mundo tu vida.

Durante la semana en el hospital he estado muy apática a diferencia de otras ocasiones en que me encontraba con mejores ánimos, escribía, hablaba con los enfermeros, me daba mis paseos. En cambio, ahora me desespera no tener fuerzas si quiera para sacar la pasta dental del bote, me cuesta un mundo levantarme del wáter, no puedo agacharme para lavarme las piernas, ando con dificultad y subir escaleras es impensable en mi mundo, incluso estar sentada comiendo me cansa. Eso sí desde que cambié la dieta todo son ventajas, a la hora de la merienda nos dan un menú para elegir el desayuno, la comida y la cena de todos los días, un gran lujo para un hospital público que no tiene nada que envidiar a uno privado. Así que por lo menos este ciclo de quimioterapia ha sido el primero en el que por fin he probado comida decente.

Por la mañana tuvimos la oportunidad de hablar largo y tendido con la oncóloga. En líneas generales todo sigue igual, tiene que haber una respuesta casi completa en los resultados del PET para que se pueda realizar el trasplante de médula, de lo contrario habría que seguir con el tratamiento de quimioterapia hasta que el cuerpo aguante. Afortunadamente, Miriam entró sola a la habitación y gracias a la confianza que se ha ido generando todo este tiempo surgieron momentos que me animaron y me hicieron seguir sintiendo esperanza. El Flaco estaba allí al pie del cañón atento a todo lo que decía, porque ese día mi madre le había cambiado el turno de noche, tenía ganas de escuchar las últimas novedades del caso. Entre otras muchas cosas que ya sabíamos, nos recordó que soy una chica muy joven y que gracias a eso estoy aguantando el tratamiento, que no cualquiera sería capaz de llevarlo de esa manera, incluso cuando se me está dando medicación para enfermos con leucemia. Me sorprendió muchísimo escucharlo de mi oncóloga, a nadie le viene mal de vez en cuando que le digan lo fuerte y resistente que es.

Las dos últimas noches en el hospital mi madre y yo no pegamos ojo, se fue la luz dos veces y estuvo sonando la planta hasta casi entrada la madrugada. Al día siguiente nos encontrábamos agotadas y las enfermeras no estaban muy por la labor de atendernos amablemente, algo que me resulta extraño porque casi con todas ellas tenemos muy buena relación. Tardaban en llegar a cambiarme la medicación y la alarma de la máquina sonaba durante un largo tiempo hasta que por fin venían a programarla y cambiar el medicamento. Cómo echo de menos a María, en momentos así, me cuida siempre.

Por la mañana se pasó Loli, mi amiga de la limpieza a recoger mi habitación. Es un encanto de mujer, siempre entra con un ¡Buenos Días! a la habitación y enseguida aprovecha para contar anécdotas que le ocurren en el hospital y de su familia a la que tanto quiere. Escuchándola me enteré que su sueño había sido ser enfermera, pero que su padre no había podido pagarle la carrera, pero no le falto la carrera en esta ocasión. Me contó que ese día mientras recogía las habitaciones le llegó un olor muy fuerte de una de ellas y que en seguida se asomó para ver qué es lo que pasaba. La puerta del baño estaba abierta y vio los pies de una señora mayor que asomaban por el suelo, no dudó dos veces en entrar a ayudarla, la levantó, llamó a los auxiliares y enfermeros y entre todas asearon a la señora que al parecer se había desmayado y del golpe se había hecho diarrea. Loli es un gran ser humano y no le hace falta un título para socorrer a un enfermo cuando necesita ayuda. Me dijo que le dio mucha pena ver tan sola a la anciana. No era la primera ocasion que hacía algo así, que era tanta su pasión por la enfermería que se había dedicado a cuidar a su padre enfermo de alzheimer y a su suegro. Es una gran luchadora.

El cáncer es de las enfermedades más duras que se puedan enfrentar, se necesitan grandes dosis de amor, de familia, de cariño, de amigos, en definitiva, la soledad puede llevarte a perder la batalla. Es una pena ver los ancianos solos en sus habitaciones, abandonados a su suerte, así no me extraña que se apaguen en tan poco tiempo.

Es increíble de qué manera pueden darte el amor y la familia la fuerza para luchar. Mi Flaco me da la vida, más que la medicación, su amor, sus cariños, sus besos, sus caricias, sus palabras de ánimo son los que mantienen mi mente y mi corazón activos, con ganas de levantarme un día más.

Ha llegado mi hermana de Abu Dabi y de repente estar de nuevo todos juntos me ha hecho cobrar de nuevo fuerzas y dejar a un lado esa negatividad que me estaba aplastando cada vez más y que no me dejaba estar bien en ningún sentido. Me gusta estar rodeada de mi familia y ver al Flaco cómo se desenvuelve entre tanta mexicana, es tan gracioso. Los amo tanto que me he despertado a las 6.30 porque he tenido la sensación de que la luz de mi interior se ha vuelto a encender y he decido que ya está bien de tanto dolor, de ahora en adelante sólo está permitido luchar y luchar, que voy a vivir porque aún me queda mucho por dar. Y en cuanto mi padre esté aquí con nosotras ya no habrá quién me pare.

4 comentarios:

  1. Angel me alegro muchisimo que haya llegado tu hermana, y que haya resurgido la luchadora que siempre esta ahi, la que va a hacer que todo esto se acabe lo mas rapido posible, y tengas ya tu vida normal feliz, y veas todos tus deseos realizados.
    y si, tienes razon, es primordial el amor, el cariño, y la compañia de los tuyos, y de los que te quieren. eso hace sentir seguridad, y fortaleza, para seguir luchando, eres afortunada por tenerlos.tu te lo mereces
    Asi que como dice en tu ultimo mensaje, a luchar, y a luchar, acuerdate: para atras ni para coger impulso.
    y esa luz interior que dices que se a vuelto a encender, debes de mantenerla asi siempre, y sino piensas en tu flaco con fuerza, que el esta ahi siempre, y veras que vuelve a brillar.
    con todo mi amor te envio mucha fuerza, y siempre positiva.

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  2. Me enterneces angelita y me das mucha inspiracion. Gracias por tu Blog y saludame a tu flaco, que bueno k tengas a tu angelito ahi contigo =) T mando muchos besos, amor, buena vibra y oraciones desde EUA.
    Ana

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  3. María, mil gracias por tus mesnajes de ánimo, me alegran tanto leerlos.
    Un besazo y por aquí seguiremos luchando.

    Anita, me halaga muchísimo que sigas el blog y te alegres de mis progresos. Deseo de corazón que Dios te bendiga con mucho amor, pero sobre todo con mucha salud.

    Un beso

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  4. Angel, he leído tu blog y te confieso que he sentido un tremendo hueco en el estómago pues no sabía del todo acerca de tu condición de salud. Tus ganas de vivir y de luchar serán la vía para recuperarte pronto, tienes mucho camino aún por recorrer; para mí sigues siendo la güerita inquieta que junto con Fernanda y Gaby se subía a los techos, bajaba ciruelas y no le daba miedo jugar la "avalancha".

    Te envío todo mi cariño, admiración y agradecimiento por compartir tus sentimientos. Lo que escribes en tu blog ha sido una gran enseñanza para mí. Dale un super beso a tu mami de mi parte.

    Gladys Gahona

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