miércoles, 1 de septiembre de 2010

Lunes, 23 de agosto de 2010.


La mujer de hierro.

“DISMINUCIÓN SIGNIFICATIVA DEL TAMAÑO Y ACTIVIDAD METABÓLICA DE LAS LESIONES CONOCIDAS Y DESAPARICIÓN DE OTRAS.

NORMALIZACIÓN DE LA ACTIVIDAD METABÓLICA EN ESTRUCTTURAS ÓSEAS.”

Tres líneas han bastado para darme la alegría más grande de mi vida. No sabía cómo empezar a contarles lo feliz que soy. No existen palabras en el mundo para explicar la emoción que he sentido al escuchar los resultados de la prueba. Hace más de un año ya de mi lucha contra el Linfoma y ahora comienzo a ver los resultados. A pesar de que ya conocíamos el resultado, esta vez tenía el papel en mi mano con las palabras en mayúscula DISMINUCIÓN Y DESAPARACIÓN y el semblante totalmente cambiado de mi oncóloga en comparación con otras consultas.

El madrugón nos había dejado con caras largas, pero el día radiaba vida. Mientras íbamos de camino al hospital un encendido amanecer nos daba los buenos días en señal de que algo bueno iba a ocurrir. Silencio en el coche, cada uno sumido en sus propios pensamientos.

Llegamos al hospital más pronto de lo esperado, pero eso qué importa cuando esperas unos resultados tan importantes y, posteriormente, la dosis de Vincristina que lleva posponiéndose por estar baja de plaquetas.

Más tarde nos llaman a consulta, pasamos El Flaco, Yus y yo mientras mis padres esperan fuera. La primera noticia que me dan es que van a suspender la dosis de Vincristina que se había quedado pendiente, que no pasa nada porque sólo es un recordatorio.

Antes me costaba mucho hacer preguntas a los oncólogos, me imponían tanto que no era capaz de soltarme, sentía que iba a preguntar alguna tontería, pero ahora no. Es mi salud la que está en juego y quedarse con dudas no es aconsejable, porque cuando llegas a casa la cabeza no para de darte vueltas y al final terminas arrepintiéndote de no haber preguntado.

Le comenté que me sorprendía cómo el tratamiento que me habían dado con la primera recaída, en el que prácticamente, estaba 22 horas enchufada y que me afectó más que ningún otro, no tenía comparación con este último que apenas dura 15 minutos, salvo el primer día que tarda 3 horas más por el Rituximab. Su respuesta fue contundente. “El tiempo lo elegimos en función de evitar lo máximo posible los efectos secundarios. La duración no tiene que ver con la efectividad del tratamiento. De hecho, el tratamiento que te estamos dando ahora es de los más fuertes que hay, es parecido al que se le da a los enfermos de leucemia”.

Después de escuchar a mi oncóloga experimenté la misma sensación que puede tener un superhéroe con sus respectivos súper poderes, me sentí la mujer de hierro, fuerte como el roble, dura como la piedra, frágil como las plumas, pero firme como una guerrera.

De las pruebas de compatibilidad no sabía nada, porque eso lo lleva Hematología, pero en seguida le hicimos la única y más importante de las preguntas, los resultados del PET. Entonces, ya todo fueron abrazos, besos, sonrisas, paz, alegría, esperanza. La consulta se había llenado de buena vibra, ni el madrugón podía empañar un día tan perfecto.

Me entrega el papel con los resultados del PET. Lo leo y lo vuelvo a leer, esas tres líneas en mayúsculas con las palabras “disminución” y “desaparición” nunca habían tenido tanto significado.

Al salir de la consulta veo a mis padres y enseguida me pongo a llorar de la emoción. Se asustan por un momento, pero les digo son lágrimas de felicidad, que todo va bien. No puedo parar de llorar durante un largo rato, una noticia así te llega al corazón, es tu vida por la que estás luchando.

Todos nos contagiamos de buena vibra, fluyen las sonrisas, las lágrimas, los apapachos, las miradas alegres, las palabras de esperanza, la grandeza de Dios, que nunca me abandona, las risas.

Hoy lo celebraremos con un gran helado, dado que mi lengua a pesar de haber mejorado no está en óptimas condiciones para más, pero después de más de 20 días ¡Ya puedo comer con cuchara!

Gracias Dios por regalarme el día más feliz de mi vida.

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