jueves, 13 de mayo de 2010

Sábado, 8 de mayo de 2010



6:39 am
Finalmente, he tomado lorazepan y, afortunadamente, tras varias semanas durmiendo 3 horas he conseguido hacerlo en condiciones. Incluso creo que he soñado, pero eso ya sería demasiado decir, con toda la droga que aún circula por mis venas no podría asegurarlo. El Flaco ya me ha dado mi beso de los buenos días y se prepara para ir a trabajar.
¡Qué bien dormir 8 horas y media como una persona normal! Estoy planteándome seriamente pasarme al lorazepan por un tiempo. Sí, ya sé que no quería más drogas, pero hay algunas de las que definitivamente no se puede prescindir. Así que en cuanto se pasen las oncólogas de ronda el lunes, les pediré cual yonki la receta para hacerme con unas cuantas pastillas.
Hoy me encuentro mejor que nunca. No hay duda que con el paso de los días los efectos de todas las drogas van desapareciendo y comienzo a sentirme persona, aunque de vez en cuando suceden unos cambios de humor inevitables, son más los momentos en que estoy cuerda.
Sin embargo, ayer había un ambiente extraño en la planta de oncología. Mi vecino de la habitación de al lado al cual no conozco lo está pasando bastante mal. Varios familiares esperaban fuera de su puerta y otros desde las sala de refrigerios estabancabizbajos y con las miradas perdidas. Supongo que se trata de algo muy grave porque apenas y cruzan palabras entre ellos. Es muy desagradable tener que atravesar un pasillo así, no puedes evitar que te afecte. Todos formamos parte de esto, todos estamos luchando por vivir, todos queremos vivir en definitiva y nos dejamos la piel en ello. Intentamos estar fuertes y demostrarlo para que la gente que nos rodea no se venga abajo.
No estoy segura, pero creo que soy de las pocas pacientes de esta planta a las que la quimioterapia le sienta de maravilla, como si hubiera una especie de luz o energía en esta habitación. Al ser más joven que el resto influirá de manera importante, supongo. Aunque esta vez he venido más preocupada que de costumbre. Me sentía más debilitada que otras veces y me preocupaba pensar que podía dejarme todavía peor el tratamiento. Pero no ha sido así. Hubo un día que sentí que una fuerza que entró en mi cuerpo y a partir de allí me vine arriba.
Qué ricos saben los besos matutinos y más cuando puedes sentirlos y no estás bajo los efectos de la morfina. ¡Qué bien saben los besos! Y poder sentir un abrazo y no sólo un cuerpo chocando contra otro.
Aún recuerdo cuando iban a empezar a darme mi primer ciclo de quimioterapia. Estaba tan asustada, no sabía cómo me iba a encontrar. Los oncólogos intentaban prepararme diciéndome que eran tratamientos muy fuertes y que gran parte de la recuperación dependía de las ganas que uno le ponía para salir adelante, de la fuerza y, sobre todo, de la paciencia, porque son tratamientos muy fuertes. Es muy importante tener la cabeza bien amueblada y no dejarse venir abajo en ningún momento porque, si no, estás perdido. Podría decir que la curación es una mitad el tratamiento y, la otra mitad, la fuerza de voluntad, las ganas y el empeño.
El cáncer está presente todos los días de tu vida, pero no por eso no puedes disfrutar de una vida normal y plena. Sabes que está allí, pero también sabes que hay una cura, que hay esperanza y que está en ti llegar hasta las máximas consecuencias para conseguir superarlo.
Nunca he confiado en la ayuda psicológica. No sé si eso haya sido un error, pero creo que desde que tengo a mi lado al Flaco he conseguido estar mejor que nunca. La primera vez que me enfrenté a esta enfermedad me encontraba en una serie de circunstancias muy complicadas que no permitían centrarme al cien por cien en mi recuperación. Estaba preocupada por el alojamiento, no sabía a dónde me iba ir a vivir con mi madre que venía de Cancún . Obviamente, no tenía trabajo y no podía pagarnos un alquiler, luego estaba arreglando todo el papeleo de la seguridad social, la tarjeta de residencia y demás historias que no me permitían centrarme en lo único que verdaderamente importaba, mi salud. Era un estrés constante, y si a eso le sumamos que yo a penas estaba en el periodo de asimilación de saber que me habían diagnosticado un cáncer, me dejaba hecha polvo. Sentía una incertidumbre constante, lloraba y me entraba una gran impotencia. No es fácil enfermarse fuera de tu país. Hay que enterarse bien de las cosas para que luego no surjan complicaciones económicas.
Allí mis amigas estuvieron al pie del cañón. Hablaron con la trabajadora social del hospital y consiguieron que nos pusieran en contacto con la residencia de la A.E.C.C para alojarnos en una de sus habitaciones a mi madre y a mí. Aunque no todo fue tan fácil pues el día que me dieron el alta no había habitaciones disponibles y tuvimos que buscarnos la vida para aguantar hasta que quedara una libre.
Y así un largo etcétera de peripecias hasta llegar al día de hoy. En el que me enfrento a la enfermedad de otra manera. El Flaco me apoya en todo momento, me aporta cariño y seguridad ,me hacen sentir aún más fuerte. Me dan estabilidad emocional. No sé qué haría sin él. Lo necesitaba tanto. Dios nos unió en el momento, en el lugar y el tiempo adecuado, ni antes ni después. Era éste el momento. Nuestra historia de amor es digna de contarse. Pero será en otra ocasión, aunque créanme que es cuanto menos curiosa.
Estoy de buen humor, lo que hace dormir. Ayer me llamaron de Ginecología porque tenía que pasarme a recoger unos resultados. Le dije que estaba ingresada y me comentaron los resultados por teléfono. Descubrieron una úlcera en el cuello del útero que tiene que ser tratada. Estoy tan baja de defensas que lo pillo absolutamente todo y esto no iba a ser menos. Ya me habían quitado antes unas verrugas, así que ya no me sorprende nada. Tengo que hablar con mi oncóloga para ver cuándo considera conveniente programarlo, pues ahora la prioridad es otra.
Comienzo a pillarle el gustillo a eso de estar ingresada. Creo que no se está tan mal o ¿es que las drogas me están afectando más de la cuenta? Al final hasta me va a terminar gustando eso de estar en el hospital. Es sarcasmo.
He bajado a comprar el periódico. Algo hay que hacer para ocupar el tiempo que en el hospital sobra. Mientras compraba el periódico me encontré con la médico de guardia que nos atendió aquel día que tuvimos que acudir a Urgencias por el cambio de la fecha de ingreso. Me preguntó que qué tal estaba, que si todo había salido bien y que se me veía muy buen aspecto. No le falta razón, hoy me siento mejor que nunca. Estoy con mucho ánimos, el haber dormido 8 horas ha ayudado y mucho.
Al volver a la habitación me he encontrado con mi habitual cóctel de pastillas de por la mañana omeprazol, fluconazol, alopurinol, septrinforte y fortecortin. Unas cinco pastillas que entre otras cosas me las dan para evitar posibles efectos secundarios y para completar el tratamiento de quimioterapia. Por la tarde traerán alguna más y por la noche también. Es el pan de cada día.
Tercer ciclo de quimioterapia superado y cada día sintiéndome mejor. El Flaco me ha dado un súper regalo de cumpleaños, un miniportátil muy cuco. Estoy tan feliz, es la primera vez que tengo un portátil propio.
Al parecer uno de los pacientes de oncología ha fallecido hoy por la mañana. Ya se notaba desde ayer en el ambiente que algo no andaba bien. Demasiadas caras tristes no podían traer buenos augurios. Sea quien sea, ahora descansa en paz.

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